De volar y otras locuras.
Publicadas por Les yeux noirs , lunes, 31 de mayo de 2010 1:34 p.m.
Es impresionante como trabaja la mente del ser humano, en verdad fascinante y a la vez aterradora, al menos para mí. Quiero aceptarles algo, yo tenía una fobia INMENSA a volar, y quiero también aceptarles que no recuerdo si quiera como fue que dicha fobia se suscitó.
Una fobia (palabra derivada de Fobos (en griego antiguo Φόϐος, ‘pánico’, que era la personificación del miedo en la mitología griega, hijo de Ares y Afrodita) es un trastorno de salud emocional que se caracteriza por un miedo intenso y desproporcionado ante objetos o situaciones concretas.
De niña yo amaba volar – voy aclarando, me refiero a aviones - recuerdo que mis papás me mandaban sola en el avión a visitar a mis abuelos que vivían (digo vivían porque ahora sólo queda mi abuela) en Guadalajara. En estos vuelos nunca me di cuenta de las turbulencias, cambios de presión, tormentas, ni nada que ocurriera durante el vuelo, y estoy segura de que las hubo, ¡Tuvo que haberlas en algún momento! Sin embargo, lo repito, no-me-a-cuer-do.
Mi miedo a volar comenzó por allá de mis dieciocho años, corrijo, fobia, no miedo. Fobia porque con cualquier ruido yo juraba que se iba a caer una turbina, fobia porque si había tormenta yo estaba segura que al avión le iba a caer un rayo, fobia porque con las turbulencias en más de 4 ocasiones utilicé la bolsa de mareo porque empezaba a hiperventilar.
Hice de todo para quitármela porque viajar en avión se volvió una pesadilla y además porque mi trabajo en aquélla época requería viajar en avión con mucha frecuencia. Empecé por imaginar que la turbulencia eran “baches en la carretera”, repetirme mil veces que los aviones “son el transporte más seguro”, incluso hice paraglading para ver si mi problema eran las alturas y así curarme la fobia de una vez.
Empecé a practicar hábitos como; siempre estar en pasillo por si el avión se caía (para poder salir rápido y pisando gente, salir como pudiera), siempre ver las salidas de emergencia, cuando había turbulencias ver la cara de las sobrecargos porque “ellas siempre saben que está pasando”, ver documentales de “Desastres aéreos” para estar preparada y hacer lo que otros no hicieron, entre otras cosas que por vergüenza mejor no cuento.
Como si fuera adrede parece que los peores sustos de vuelo (al menos entre mis conocidos) me han tocado a mí…recuerdo un vuelo donde el avión se movió tanto que la sobrecargo se cayó en el pasillo, yo ya estaba con el celular en mano lista para despedirme de mi familia (OBVIO, no pensé si había señal de Telcel a 20,000 pies o no).
Sin embargo después me hice de un novio que vivía a dos vuelos LARGOS de mi ciudad – reto – volar para ir a verlo obviamente era un suplicio. Sin embargo, llego un momento en que mi mente empezó a relacionar esos vuelos de avión con un encuentro feliz, tanto fue el condicionamiento (como hace el perro que cuando le mueves la bolsa de croquetas viene al encuentro) que finalmente ¡Perdí mi miedo a volar!...la vida funciona de formas extrañas, con esos viajes a Los Ángeles acabe por deshacerme de dos cosas, de una relación que no funcionaba y de una fobia que no me dejaba disfrutar los viajes como lo hago hoy…
Sin duda un relato interesante, aunque el costo de eliminar la fobia fue alto.
Ojalá visites mi blog (que es tuyo) http://mexicoendescomposicion.blogspot.com
Saludos