Los motivos del miedo.
Publicadas por Les yeux noirs , lunes, 29 de agosto de 2011 5:40 p.m.
Ya saben que no me gusta escribir posts con inclinación política, tampoco me gusta hablar de la inseguridad (ya se habla en todos lados, ya para qué), sin embargo siento que no puedo dejar pasar lo que acaba de suceder en la ciudad en la que vivo; Monterrey, México, sin escribir por lo menos lo que yo siento al respecto.
Para los que no lo sepan, tengo once años viviendo en Monterrey, dos años como estudiante y el resto trabajando. Originalmente nací en Guadalajara, Jalisco, sin embargo, desde los tres años de edad con motivo del trabajo de mi padre nos fuimos todos a vivir a Tampico y bueno, yo siempre me he dicho Tampiqueña, orgullosamente jaiba.
Sin embargo con todos estos años viviendo en Monterrey he desarrollado un cariño muy grande por esta ciudad, por su gente, por todo lo que me ha dado.
Hace aproximadamente un año el Huracán Alex nos golpeó de la forma más despiadada. De hecho la ciudad aun no se recupera, las obras continúan en proceso y todos tuvimos que acostumbrarnos a un ritmo de vida distinto. Una ciudad que se distinguía por vialidades hechas para un tráfico fluido, las cuales claramente fueron planeadas con antelación cayó en caos vial al menos los primeros meses, cuando ni siquiera se ofrecieron opciones temporales al daño hecho por las lluvias del huracán.
Después de esto, los actos delictivos se incrementaron de manera desproporcionada, puedo decir que incluso hasta ridícula. De ser uno de los estados preferidos por los estudiantes para trasladarse y vivir una experiencia universitaria fuera de su ciudad de origen ahora vemos que el número de matrículas en las escuelas locales se ha visto fuertemente disminuída, actualmente incluso los jóvenes locales buscan irse a estudiar a otras partes.
Nuevo León era además el segundo receptor más importante de inversión extranjera directa (IED) después del Estado de México, las PYMES regionales eran las principales exportadoras, la creación de empleos siempre arriba del promedio nacional…todo esto se ha visto minado por la rebasada inseguridad en la que Monterrey vive – muchas otras ciudades de México viven igual, inclusive hasta peor, sin embargo yo sólo puedo dar el testimonio de ésta.
Bueno…a pesar de todos los eventos desafortunados que describo, quiero decir algo con toda sinceridad; hasta hace unos días yo no me había sentido ni amenazada ni atemorizada. Soy una mujer de treinta años que vive fuera de su casa y por cuestiones de trabajo tengo que manejar por muchas zonas, principalmente la circunferencia del área metropolitana que es donde los parques industriales se encuentran.
Todo este tiempo he vivido y he desempeñado mi trabajo sin miedo a que algo me suceda, tomando cada vez más precauciones, eso sin duda, a pesar de esto mi vida ha permanecido prácticamente igual.
Este jueves pasado, como todos o la mayoría sabemos, ocurrió un atentado en el Casino Royale ubicado en esta ciudad. En el momento que ocurrió yo estaba en una comida, no escuché el estruendo ni olí el humo, en mi oficina sí oyeron las explosiones…nos enteramos de lo que ocurrió a los pocos minutos, como siempre las redes sociales fueron las primeras en informar, la gente subía y subía información, incluso la primer fotografía que el periódico El Norte publicó fue tomada de Twitter. Pasaba la tarde y nos iban informando, seis muertos, ocho muertos, veinte muertos…
Al día siguiente la noticia era obviamente portada en los periódicos, la cifra eran cincuenta y tres muertos, sin embargo creían que había otras ocho personas dentro, posiblemente serían sesenta y uno.
Así que, después de once años, este fin de semana por primera vez me enfrente a algo distinto: sentí miedo. Sentí miedo porque fue un casino pero pudo haber sido un restaurante, sentí miedo porque supe de una familia - hubo muchas claro está, pero esta era una familia conocida por alguien cercano a mí - que perdió a sus tres hijas en el incendio.
Por primera vez sentí invadida mi forma de vida.
No escribo esto porque quiera apuntar culpables – independientemente de quién crea que deba responder – tampoco lo hago para politizar lo que ocurrió, pienso que ni siquiera lo hago a manera de protesta sin embargo esa pudiera ser la definición más cercana al sentido de este escrito.
Escribo esto porque me duele mi ciudad, me duele que por primera vez en once años me pregunto si debo permanecer aquí, me duele el miedo en los ojos de la gente, me duele el aire de incertidumbre que se respira, me duelen las familias afectadas, no sólo de este evento, no sólo estás familias, sin embargo el miedo y el dolor es mucho más evidente cuando sucede en el patio de tu casa.
Me duele la indiferencia de todos aquéllos a los que les debiera importar. Me duele que exista gente con el alma tan inmunda como para matar de esa forma. Espero que las cosas cambien, espero que nuestro país se recupere, espero que los que creemos en esto no nos doblemos, espero que ustedes esperen lo mismo.